
que aguarda con la mirada perdida,
quieto ante la puerta,
el regreso de su amo.
No hay más caricias que añadir a la memoria.
Sólo noches vacías como correas
que ahogan,
extrangulan un mañana en carne viva.
Te he amado como un perro
lamiendo tus tobillos,
cada movimiento
de la manera más fiel y atormentada.
Tras tus huellas, allá lejos,
donde el aire pronuncia tu nombre.
Bajo cientos de mentiras.
Arrinconada entre todas aquellas horas de silencio.
No hubo ternura en las palabras
son piedras, guijarros
que aún conservo entre los dientes.
Te he amado como un perro, aún lo hago.
Este amor me ha convertido
en un animal herido y peligroso
que oculta hoy,
tus huesos bajo tierra
y espera olvidar donde lo hizo.