23 marzo, 2008

... y fuga


Desde hace ya unos días, cada vez que laura sale de casa le asalta la angustia de que alguien la está siguiendo. Cada tres pasos se gira bruscamente pero allí nunca hay nadie. Hoy en el trabajo, mientras rellenaba todos aquellos aburridos informes, sintió un peso sobre los hombros, como si otros ojos mirasen por encima todo cuanto escribía tachaba o sellaba con tinta gubernamental. No habló con nadie, cualquiera podría ser el loco que la hostigaba. Cambió también el horario y el lugar en el que almorzaba por costumbre. Al salir del trabajo y con paso acelerado, se encaminó al centro comercial más cercano. Una vez allí, entro en la peluquería donde se cortó el pelo y se cambió el color. Mas tarde y dando un tremendo rodeo, paso por una boutique donde después de un rápido reconocimiento textil, resolvió que con esos trajes de chaqueta, el que fuese a buscarla, la conocería con facilidad. Pasó por una tienda joven donde se compró unos vaqueros, unas deportivas (perfectas para salir en estampida) y una cazadora de piel con un enorme cuello de punto, que era ideal para cubrirse el rostro si fuese necesario. Mientras arrojaba a la basura una bolsa con la ropa vieja se miró en un escaparate y sonrió; nadie la reconocería pero a parte de esa razón, le gustó lo que vio. Se gusto y eso no sucedía muchas veces. Después de agenciarse unas gafas y un enorme bolso se sentó en una cafetería donde tras pedir un café con leche y dos sobres de azúcar –nada de sacarina esta vez- pensó, empezó a hacer traslado de todos los cachivaches que había en su antiguo bolso al nuevo. La bolsita de maquillaje, la agenda, las llaves, el móvil, la cartera de donde sobresalían un montón de papeles. Al tirar de los papeles surgió una foto. Era la foto del que hasta hacía un par de meses, había sido su pareja durante un año y que la dejó sin más explicación que la de una llamada de teléfono desde Alemania. Se asomo por el hueco que había en la escalera mecánica y observo impasible mientras la imagen del pasado caía suavemente hasta desdibujarse en el último escalón. Salir del centro comercial fue fácil. Lo difícil fue encontrarse cara a cara con un anochecer que ponía de manifiesto un comienzo. Respiró hondo mientras pensaba que tal vez, cuando te aferras al pasado, abandonas la oportunidad de desvelar el futuro y es ese pasado quien te persigue. Laura miró al cielo, un cielo limpio; de una tintura añil profundo.
Cuando la sirena de la ambulancia irrumpió en el lugar, se mezcló con el griterío de la gente y el estruendo de las frecuencias de tres coches policiales. Ya era demasiado tarde. Algunas personas prestaban declaración y señalaban con los dedos crispados hacia el lugar del incidente y en como un coche oscuro atropellaba a la joven y se daba a la fuga sin siquiera aminorar la velocidad.
Una mujer yacía en mitad de un paso de cebra del parking.
Otra circulaba por la carretera sin espejo retrovisor.

17 marzo, 2008

Carta de un Mapa


Un mapa es una representación gráfica y métrica de una porción de territorio sobre una superficie. El que el mapa tenga propiedades métricas significa que ha de ser posible tomar medidas de distancias, ángulos o superficies sobre él. Iniciados con el propósito de conocer mundo, y apoyados, primero sobre teorías filosóficas, los mapas constituyen hoy una fuente de información. Actualmente se tiene la inquietud (y la necesidad) de proseguir con la nunca acabada labor cartográfica. El universo y el tiempo, ofrecerán sin duda nuevos terrenos para esta labor que tiene orígenes inmemoriales.


Llevo días tosiendo palabras sin el filamento constante de una idea, quizá sea porque los acontecimientos han sido rápidos y verdaderamente sorprendentes. Ahora que me siento para escribirte, tengo tantas cosas que decir, que no sabría por donde sujetar este itinerario de sensaciones y más, cuando hace bien poco asimilé que la forma en que a veces miro las cosas es tan distorsionada, que todo lo demás se convierte en un disparate. El fuego que a uno le abrasa puede ser tan incompetente, tan imperturbable para otros, como el dolor que se amordaza bajo la ropa.
Te contaré que hoy al levantarme, he palpado los muebles de mi casa con los ojos cerrados, como si fuera un camino en braille, reconociendo alteraciones y marcas. Después me he desnudado y he hecho lo mismo. Mi cuerpo es otro recorrido en puntos que cambia según el estado de valor con que tanteen mis dedos, pero hoy no evalué los años que pasan por él, tan sólo acaricié la parte superficial para descubrir que en cada cicatriz hay una historia que celebrar. Todos nacemos con la piel ingenua, sin muescas. Es el viaje y la velocidad con que salimos y entramos de cada andén, la que nos filigrana por dentro y por fuera. Lo que nos hace cambiar de estación y desarraigar equipaje. Reconozco que me cuesta separar de ciertos trastes pesados. Mentiría si digo que viajo ligera. Por eso cada una de mis cicatrices tiene un peso importante y una profundidad, quizá también excesiva. Por eso no tengo problemas en saber quien soy y lo que existe y persiste en mí. Por eso cada día es más comprometido invitar manos extrañas a mi cuerpo. Hay mapas que son complicados de entender. Pocos dedos se molestan ya en asimilar braille. Palpar sin descubrir, no me tienta.
Tengo hilvanes nuevos justo en la columna que hoy me sostiene. Renovadas perspectivas. Una estación donde la prorroga comienza en la misma franja donde acabó el dolor. Donde los restos del último testigo son una equis; el cadáver sonriente bajo el que guardo otro tesoro. La fortuna de poder comprender que hay quienes curan, alivian y curten cada centímetro de este mapa que es mi vida.

12 marzo, 2008

Sí, tú me dices que te vas
Sí, tú me cuentas que ya no
hay más atuendo por doblar.
Pero me buscas,
me pides los ojos,
me arañas la vida con rémoras
escritas
en un idioma que no entiendo.



Y yo desordeno
tu nombre,
las ganas,
esta pasión
que es la de un cráter eléctrico;
y reclamo a cada noche
tus manos, tu profundo sabor
a una elipsis sin criterio.


Tu me dices que te vas
y yo
no sé como relegar mi adiós
a un mañana
y que ese mañana,
sin ti,
quiera ser perfecto.