11 octubre, 2009

Mariposas muertas




Se nubla el corazón mientras te beso. Y no quiero. No quiero otorgar al mundo su razón. No quiero delegar al tiempo tus huellas, mis huellas, esta historia que nunca tuvo nombre, ni digitales, ni dígitos, ni dueño.
No hay palabra que tú sientas. No hay acción que valores, ni sentencia que arraigue en mis manos. No hay más juicio que el tiempo que ha transcurrido contigo. Pero sobre todo sin ti. Toda una infinidad sin ti.
Aún te veo y quiebran vestigios los temblores en el pecho pero, cuando en el estomago se amontonan los nudos, no queda espacio para las mariposas de entonces. Ni tus dedos pueden ahora desatar este dolor. Ni toda esa magia que compartimos puede ahora con el peso de nuestra realidad deforme.
Se nubla el corazón mientras te beso. Quedan rígidos los músculos del pecho. Estático el cuerpo. Y llueve, cuánto llueve por dentro.
Se nublan los ojos. Respiro y, te digo adiós y te miro y me alejo.