27 junio, 2009

Eterna promesa


Si he de soñar con un nuevo temblor,
si he de escuchar las palabras que nunca dijeras.
Si he de entallar la imagen más nítida
a ciertas pulsaciones
que se ocultan bajo la ropa.
Si he de agonizar de nuevo,
reír de nuevo,
inventar de nuevo,
satisfacer de nuevo;
tocar, sentir, llorar.
Si he de añorar de nuevo.

Entonces,
esperaré que otra vida
me de tu boca al pronunciarme.
Aunque esa boca sea otra boca
y mi nombre ya no sea mi nombre.

Déjame dormir ahora sin sueño.
Te veré mañana,
lo prometo.

05 junio, 2009

Agonía


Hay un incremento de verdad en cada golpe

Un deterioro en el órgano que sueña

Un gris mortecino en la víscera que deja de creer

11 marzo, 2009

Tiempo de una vela


Se quedará en los labios
la llama que enciende la sed.
Se quedará en silencio
el aire inpregnado de tu sexo,
del rancio aroma
de un recuerdo
que se extinge
en la más absurda
oscuridad.
Amarillean tus ojos
en el minutero del reloj,
de un tiempo
sin espera.

10 febrero, 2009

Espacios del frío

Foto de mi amigo Manuel Holgado

Y esperar a que el tiempo todo lo cure.
Y el tiempo sólo pasa.



Espacios del frío son
la infinidad
de palabras que nunca te dije.
Son todas esas cosas que por miedo a perder,
perdí sin luchar.
Es el orgullo inscrito
en el desorden
de quererte a encubierto.
Espacios del frío son
fracciones de existencia, azuladas
de nostalgia.
Son lamentos de tinta, desgastados
sobre la tez de un espejismo.
Espacios del frío es un tropezar y tropezar
de frente, a cada momento,
con la imperfecta
soledad.

27 enero, 2009

Entremuros

(A Juan José Domínguez)
Anochece y la luz ya no amortigua el matiz de los gestos que penetran de tus manos al descuido.
Una racha de aire entra por la ventana y aunque no quisiera tener que descubrirme, el viento esta vez desenreda de nuevo el fracaso. Es la estrella de la noche. Y yo sin telón, sin andamiaje ni luces, soy el teatro, la gradería por donde mi tristeza circula sin mueca con sus pies de cemento. Ella que no tiene más que un paso; un aspaviento seco para cada evidencia.
Anochece y el cansancio gesta el anhelo pero se lleva las ganas, los ojos abiertos. No trae sueños. Así sin dormir, me recojo de nuevo entre figuras polvorientas.
Hace tanto que no escribo…
Decir adiós no es fácil y aún así la gente arrincona pronto vivencias y vivos.
Y yo me pregunto porque mi cabeza urdida en nostalgias no puede enredar en ese olvido como lo hace cualquiera, cualquiera; cualquier otro. Cualquier otro quisiera ser esta noche; cualquier otro que no cerrara los ojos y te viera.
Dicen que la vida es distinta para quienes observan a través de las cosas, para los que hunden sus dedos en la mirada del otro buscando recodos inexistentes.
Hay tanto vacío que llenar en el hueco de mi mano que a veces me asusta pensar que tengo otra.
Dicen que la vida es distinta por advertir más allá de donde marca un extremo; y yo hoy aseguro que tras ese extremo solo queda una soledad inhóspita y un murmullo al fondo. El rumor de un piélago que aturde por dentro.
Resuena el eco de una sirena en la distancia. Quisiera ver el mar para poder soltarme del mástil y seguir a nado un camino que siempre resulta húmedo y asfixiante pero no hay mar donde yo vivo y ese aullido distante no reclama mi nombre, no solicita mis brazos, mi aliento herido de tacto y carencia. Definitivamente no hay mar donde yo vivo.
Entre luces de nuevo. En este oscurecer me revelo distinto. El mismo silencio tras la puerta, la misma decepción en el interior, las mismas paredes sin color pastel; no hay dulzura en un muro. Pero sobre todo queda la sensación de que todo vuelve a empezar y yo me siento viejo para ausencias, lamentos y ese poco de escarcha que titubea en los ojos en estos casos. No obstante me niego a declarar por baldío el latido que subsistió de la última contienda.
Sé que te puedo olvidar, que ya he comenzado a hacerlo pero, se que aún te quiero, que te amo como si fuese una costumbre, como si ese temblor hubiese estado aquí, siempre. Sé que estoy olvidando a cada instante; respiro alfileres y exhalo tu nombre. Eso es bueno. Poco a poco serás un extraño y nuestra vida en la distancia, será extrañamente plácida. Pero mientras llega, anochece y la luz no amortigua el matiz que deja el dolor de los gestos que penetran de tus manos al descuido. Mientras llega, oigo un canto de sirenas que me ahoga en la punción yerma de un silencio plomizo y violento; que me estrangula con esta holgura insondable que es tu falta.

16 enero, 2009

Mitad del miedo

Oiré llegar de puntillas el olvido.
Aquí,
en pie,
en mitad del miedo
y con el alma en equilibrio.

15 enero, 2009

Plenitud

Foto de Victorino G.


Sólo una ventana que va a parar al mundo.
La voz y el insomnio,
la mirada y todo lo que ella recrea
sin conciencia, ni reposo.
Sólo una ventana me queda
y lo que mi palabra camine
para dar sentido al cuerpo
que se abre como un tragaluz,
que va a parar al mundo.

20 diciembre, 2008

Desafío al calendario

Foto de Victorino García


Se termina un año. Apenas quedan ocho días y unido al turrón y a los regalos, llega otro gasto innecesario que es en principio, echar la vista atrás y ver si la lista de promesas que uno se hace el 1 de enero se cumplió. Por mi parte diré como defensa, que más que promesas fueron deseos. A día de hoy puedo señalar que tengo más claro que es lo que no quiero, que las personas me siguen sorprendiendo, que, será que los años no pasan en balde pero me cansan muchas cosas que hace un tiempo hubiera dado por habituales. He comprendido que no puedo mover el mundo, el mío, cuando otros se quedan inertes. Empujar siempre ha sido de mala educación, aunque este año por poco pierdo los modales. Que sigo sin comprender ciertas actitudes. Que para vivir hay que tomar decisiones y que no se puede mantener una posición ambigua por mucho tiempo sin dañar a quienes te rodean y esperan. Que no se puede esperar eternamente porque, esa es otra posición ambigua. Que, cómo odio las ambigüedades. Mis deseos y mis promesas no se han cumplido pero eso no quiere decir que no valore lo bueno que ha llegado por sorpresa. Lo que aprendí, aunque de manera punzante, me hace seguir con el paso más firme. No soy más fuerte que hace un año, ni más lista, ni más perspicaz. Creo que eso llega con el cordón umbilical y la placenta. La genética manda y a mi me tocó tener el pelo oscuro, la piel blanca, las piernas largas y afrontar el día a día como lo haría un dummie. Comprender que tu felicidad está en manos de otros, cuesta. El que piense que uno mismo puede optar por serlo sin el conjunto de todo lo que le rodea es que se quiere escudar en un onanismo mental. Mi promesa para este año que llega, es no hacer ni una sola promesa. En no desear que otros me quieran más o menos; o en que tenga que cambiar en esto o aquello. El 2009 que viene casi ya, con las puertas abiertas, me demostrará que sigo viva porque lo que si me dio la genética, mi madre, la vecina, el que riega las calles, el panadero; Maku, Sara, Paqui, Joserra; David, Sergio, el guardia que pone las multas, tú; tú, y tú..., son unas ganas enormes de vivir y dar cuenta de ello, en otro papel en blanco. Os deseo un buen año, tenga lo que tenga que venir.

06 diciembre, 2008

Otoño en Benedetti

Desenamorarse es ver el cuerpo
como es y no
como la otra mirada lo inventaba
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo.
Mario Benedetti

Cuánto frío puede encerrar un mes de noviembre.
Como si la infinidad, se fuese apaciguando bajo las hojas muertas que envuelven todas las calles, como si este otoño que azota con su respiración, no dejara tiempo ni oxígeno para el preludio del largo invierno que se esconde bajo el abrigo. Si me aguardase una chimenea, un fuego con fondo azul entre resplandores rojizos, un aroma de encina en mitad de la penumbra; tal vez, un día quisiera regresar a casa. Si al llegar no necesitara la llave, no precisara de encender la luz al entrar, de tener que dar tres vueltas al pestillo para confinar aun más este destierro. Si mi alfombra la estrenaran tus pies descalzos, el sofá lo cubriera tu piel desnuda, y mi boca tu sonrisa leve, tal vez, un día quisiera regresar a casa.
Mientras, camino por la calle con el frío invadiendo cada esquina de mi cuerpo, frío que se adhiere a la carne, que introduce sus dedos y tira con fuerza hasta el escalofrío. Busco en el próximo bar, un espacio donde se amontonen las voces en las esquinas, donde en mitad del griterío no pueda percibir conversaciones, sólo el bullicio de esos que, aun tienen algo que contar. Pero no a mí, a mi no, a otros; otros que no son yo. No quiero atender, no quiero entender. No quiero escuchar. Bebo el trago y me interno de nuevo a la impavidez de otra noche. Oscura, abstracta, una más.
Cuánto frío puede encerrar un mes de noviembre. Cuánto esfuerzo diario invertido en atontar cada minuto que paso sin ti, como si la infinidad se fuese apaciguando bajo las hojas muertas que escribo y que se pudren esperando desaparecer, como si el invierno se hubiese instalado para siempre en la profundidad de todo lo que me entregaste sin más. Hay que tener valor para asentir que uno siente, y que siente miedo cuando ama. Yo callé. Ahora que ya no estás, que me despliego en un silencio que me abofetea a su vuelta, sé que no podré encontrar, aunque quisiera, el regreso a casa. Que será noviembre, este noviembre sin tiempo ni oxigeno, todo el año.

20 noviembre, 2008

Holagura de una mentira


Este frío que se acuesta
y se levanta conmigo
se da por terminar.
Esta agonía del pasado
sin la holgura
del presente
no tiene cabida en la cavidad
de un cuerpo que ya no es cuerpo
porque estás y ya no estás.
Este frío,
esta holgura,
esta agonía,
se da por terminar.

08 noviembre, 2008

La tercera puerta


Tras la calma que me acompaña en cada movimiento, a cada palabra, existe un caos imprevisible que se completa con pequeñas explosiones diarias; una maraña de auto-engaño, lágrimas y sonrisas ficticias. Tras todo eso existe la tercera puerta. Un lugar donde no hay otra cosa más que tú.

04 noviembre, 2008

De ti



El día se desliza sobre la escarcha de los tejados
para demostrarme que todo sigue,
intacto,
a pesar de ti.

30 octubre, 2008

Entre tú y yo...


No hay más palabras... No hay más ...No hay... No.

29 octubre, 2008

Lugarespacio


Concretaré mi existencia:
He vivido, vivo y viviré, sin saber donde orientar lo que acontezco a cada momento.
Sé que lo hallado me enseña. También sé que hay cosas que no debiera de haber aprendido. No obstante sigo buscando el lugar, el cuerpo y la sensación que derrote cada miedo, cada pregunta, cada nostalgia hueca; cada (in)voluntad experimentada por esa dictadura condescendiente que arrastran los que sueñan. He de encontrar el emplazamiento y la postura para no sentirme más un extraño. Donde la existencia no golpeé contra la soledad y el dolor que causa cada lugar, cada cuerpo, cada sensación errónea por ser espacios yermos, vacantes de alma. Errar el paso y aún así seguir; esa es la verdadera concretación de mi existencia.

28 octubre, 2008

Sin regreso


Murmura la lluvia,
que no hay más vacío
que el charco
de tus huellas,
el regreso de tus ojos.

22 octubre, 2008

Tal vez, un día...


...Y equivocarse mil veces

es asimilar que todo lo pasado

acabará por educarnos...

Y tal vez, un día,

se pueda mantener

a raya la nostalgia

con palabras.

21 octubre, 2008

De monstruos



Estimado cómplice:

Hoy he querido escribirte en mitad de la noche cuando el silencio, más que el sueño, invita a cosechar evocaciones, a enumerar todo lo que aun queda por hacer. Me siento tan perdida cuando enumero; menos mal que tengo la excusa perfecta a la que siempre acudo cuando la matemática me falla “soy de letras, no de números” y es que fallo bastante y de manera tan matemática últimamente…
Todo está en penumbra y esta opacidad crea formas que la cabeza, en su transito diario, repele por miedo a considerarlas de nuevo como parte esencial de la historia. De mi historia en este caso. Siempre digo, cuando alguien me habla de llegar lejos, de tener éxito, dinero y cosas por el estilo; que mi mundo es humilde y que lo sustentan cosas pequeñas, sin pretensiones. Por dentro sin embargo, hay algo que silba como la válvula de una olla express y que me indica que miento. Mi ambición no es llegar lejos. Mi ambición es llegar con lo hecho bien hecho y, quién sabe en su caminar cotidiano si todo lo que uno hace lo hace de manera correcta. Recuerdo una noche entre copas, cuando de manera intranscendental comente a mi amigo Raúl, que mi dilema llegaba hasta tal punto que desde pequeña, cada noche, rememoraba todo lo que había dicho y hecho durante el día para encontrar cada fallo, cada palabra mal expresada o tarea mal elaborada; después me quedaba dormida con una promesa de enmienda para el día siguiente. Él sonrió de manera tierna, como se le sonríe a un niño o a un tonto, o tal vez a un loco. Aún sigo haciéndolo, aunque no siempre, no cada noche; sino mi vida sería una gran enmienda. Pero lo que sí que es cierto es que en medio de la oscuridad todo se ve más claro. Las cosas que evades de día se hacen más grandes de noche. Se convierten en monstruos que emergen de debajo de la alfombra, de encima del escritorio, que se sientan para observarte fijamente desde el borde de la cama, como esperando una respuesta. Y esta vez no son la ropa que has dejado sin guardar haciendo sombras confusas, no es algo que se desvanezca con la luz de la mesilla. Persisten en su implacable espera con una mirada que ya conozco, una respuesta que nunca he tenido. Así es que sé, que para bien o para mal, nunca dormiré sola. Por eso hoy me he levantado en mitad de la noche, cuando el silencio, más que el sueño, aguijonea a mis monstruos para insistir en el interrogatorio y, me he dejado caer por tus ojos para preguntarte si a ti también te ocurre. Para cerciorarme de que no he dejado de ser una niña y de que tal vez, dentro de mi pequeño mundo alguien me miré tiernamente y me sonría como a un tonto, o tal vez, mejor aún, como a un loco, y me de la clave para poder volver a la cama y que está, esté vacía por primera vez.

Atentamente me despido.
Siempre:
M.S.

15 octubre, 2008

Adios



Te quiero, lo sabes ¿verdad?
Pero no quiero que me llames, que me pidas unas horas de cualquier noche para besarme y arrancarme de nuevo el corazón.
Te quiero y como lo sabes, llevas entrando y saliendo de este apego mío por tus manos una eternidad. Y una eternidad, querido, es mucho tiempo.
He abandonado mis convicciones, mi futuro, cuarto y mitad de orgullo por tenerte y después de todo, la verdad es que nunca te he tenido. Poseerte no es tenerte, ahora lo sé. No encuentro una excusa aceptable para estar aquí, para llevarte más tiempo dentro, a cuestas. El peso es inmenso y el desnivel implacable.
No maldeciré más el día que te conocí, porque eso sería una manera más de recordarte.
No te odiaré después de un tiempo. Lo prometo. El amor y el odio son dos sentimientos nobles; el problema es que en medio de una agonía como esta, la desazón empieza a convertirlos en burdas excusas para utilizar el juego sucio. Tú me dijiste que nunca he sabido jugar a esa clase de juegos. Jugar con las cosas que hieren siempre es jugar sucio.
Quisiera no tener que echarte de menos. Quisiera una mañana despertar sin el peso de tu nombre aplastando mi cabeza contra la almohada. Quisiera encontrar un lugar donde vomitar todos los recuerdos para más tarde sentarme en el suelo y apreciar que el frío que hace temblar cada uno de mis músculos es por las baldosas que hay bajo mi cuerpo. Quisiera, quisiera, quisiera, quisiera no quererte más.
Hoy que todo tiene sabor a despedida, a viaje, a estéril, a desierto, hoy sólo pido que no vuelva, que no vuelvas, que no te vea, que no compruebe hasta que punto mis huesos precisan de los tuyos para seguir manteniéndome en pie. Hoy comienza el silencio. Todo lo que tuve que decir, ya lo he dicho y lo que no dije, mañana ya dará igual.
No obstante me reitero en las palabras más sinceras cuando te digo que te quiero.
Te quiero. Lo sabes ¿verdad?
Adiós.

Que te has ido

“Sé que al final tendré que marcharme yo, por que tú no te vas, por que a pesar de todo este tiempo tú no te has ido.
Hablo de saber, ¡Dios mío! como si en realidad, aquí parada frente a ti, diera la sensación de que estoy donde me ves, donde debo estar; cuando la vedad es que hace tiempo que vagabundeo, que me encuentro perdida. Es como si el camino se hubiese deshecho, como si las huellas que dejé ayer se las hubiese tragado la tierra. Tal vez es por eso que al respirar, las paredes de mis pulmones se arañan, será por eso que visiono tierra allá donde miro. Sumergida en la aridez de un desierto sin paisaje, sin sol; sin rastro alguno de supervivencia”.

Esto lo escribí hace un tiempo. No me marché como ves, aunque por dentro hice kilómetros hacía un sitio, hacia otro. Un sin sentido. Pero me detuve y busqué un lugar donde encontrarme, donde renunciarte. No hace falta estar lejos o en un lugar extraño para hallarse perdido (y yo lo estaba con este juego tuyo de “ni contigo ni sin ti”). Lo que hice fue desandar unos pasos y ver lo acontecido desde fuera, como si mis ojos fueran de otro. El dolor permanece, no quisiera tener que engañarte pero, ya no grita y se despedaza en añicos a cada momento. Queda una tristeza tenue. Un vivir bajo reserva. Después de todo, cuando algo se rompe, por mucho que lo intentes, a la hora de volver a unir las piezas, nunca vuelve a ser lo mismo. Y mucho menos cuando hablamos de interiores.
Ahora cada vez te pienso menos, cada vez sonrío más y me gustan las horas de charla en un café con otros. Otros que no son tú. Ahora voy a los lugares que pensamos ir algún día juntos y cuando miro, lo hago sólo para mí. Aún me queda un poco más por andar o desandar, ¡qué sé yo! lo que sí sé es que lograré no soñar contigo cualquiera de estas noches. Por eso, soy sincera al decirte que no esperes de nuevo a que yo te siga el juego. No me enseñes como lloran los hombres que dejaron de ser niños, de fantasear. No quiero que me muestres las líneas de tu mano ni que me digas que estamos hechos el uno para el otro. No. El camino se deshizo, las huellas que dejé ayer se las tragó la tierra, en esto siempre estuve en lo cierto. Me queda la tristeza tenue del que ya no teme; ese vivir bajo reserva que hace que desista en la obstinación añeja de quererte. Me queda seguir en este andar y desandar el camino hasta ver que es cierto que te has ido.

04 mayo, 2008

Tiempo para un sueño

Foto de mi amigo Victorino G.
Me quedan apenas unos minutos.
Un fragmento de vida
para poder encumbrar el último sueño.
Después,
añadiré terruños de sílice y polvo
junto a un montón de piedras.
Me queda apenas,
renunciar toscamente a una niñez exiliada,
al pacto de un compromiso con la inocencia;
al desquiebro
de un orbe construido
con la visión del cristal
del fondo de los vasos.
Esa deformidad perfecta;
tan perfecta como la huella
que deja
la arada de la entrega,
la mentira,
el fracaso,
la derrota,
el rencor,
la farsa,
la apariencia,
el juego sucio,
cuando lo que se tiene entre manos
son profundidades. Las de otro.
Me quedan apenas unos minutos.
Los justos para determinar
que asentarme en lo más ambiguo
es sobrevivir en paz;
y que el precio de esa paz
es dejar morir hasta el último de mis sueños.