24 marzo, 2010

Mundos de sal ( I )

He recogido el último cabo,
he amarrado los ojos al viento.
Queda mi cuerpo al pairo todavía
y una fragancia que hace muesca
en esta piel sin color,
sin patria, ni bandera.
He recogido el último cabo,
ahora la corriente me lleva

donde la sal no ahoge más almohadas.

17 marzo, 2010

Agujas en el cuerpo


Hay un antes y un después de tus caricias

y el filo de un huracán

añade un tic, tac,

al detonar en la memoria.

07 marzo, 2010

De otros


Otro cuerpo de nuevo.
Otras manos, otra boca, otra copa.
Otra frase, siempre la misma.
Secretos, risas, susurros. Mentiras.
Otra noche, otra vez desnuda, otra vez y otra...
Otra cuerda, otro nudo,
otra seda que se lía en los ojos, a los tobillos.
Otro amanecer en pie y sin caer.
Sin nombre, sin despedida ni besos.
Otra en otros cuerpos,
alcanzarlo todo y después abandonar.
Abrir la puerta de su jaula, entrar y ser libre
sin tener que mecerse en la nostalgia
ni un solo día más.

15 febrero, 2010

Todo en tus labios

Lo he sido todo en tus labios.
Me he quedado en aquella respiración,
en el ir y venir de tu aliento.
En el detalle de sumarte a esta piel
por quince segundos eternos.
Y pensar que lo he sido todo en tus labios
cuando aún, no llego a ver
mi cuerpo tal como es ahora
sin excusas, sin sentido, sin pretexto.
Preciso en la atadura que rodea la lengua amarga
de tus besos.

01 febrero, 2010

Nebulosas


Nacemos y el mundo se queda sin respuestas.
Pesan tanto las preguntas en un cuerpo tan pequeño...
Acompaña nuestros años,un aroma a duda
que imprega los ojos, la yema de los dedos, los labios,
parte de la dermis del alma.
De ahí que lo que vemos, tocamos y amamos,
nos llene de incertidumbre.
Nacemos cada día en la busqueda y con la esperanza
de aligerar el cuerpo.
"la vida es esto, niebla. la vida es nebulosa"

28 enero, 2010

Como un perro

Te he amado como un perro (aún lo hago)

que aguarda con la mirada perdida,

quieto ante la puerta,

el regreso de su amo.



No hay más caricias que añadir a la memoria.

Sólo noches vacías como correas

que ahogan,

extrangulan un mañana en carne viva.



Te he amado como un perro

lamiendo tus tobillos,

cada movimiento

de la manera más fiel y atormentada.



Tras tus huellas, allá lejos,

donde el aire pronuncia tu nombre.

Bajo cientos de mentiras.


Arrinconada entre todas aquellas horas de silencio.



No hubo ternura en las palabras

son piedras, guijarros

que aún conservo entre los dientes.



Te he amado como un perro, aún lo hago.

Este amor me ha convertido

en un animal herido y peligroso

que oculta hoy,

tus huesos bajo tierra

y espera olvidar donde lo hizo.

15 enero, 2010

Detalles del miedo ( 1 )


Quedó en el último escalón.
Desde arriba,
se asomó despacio sobre el pasamanos
y encontró una espiral de vértigo.
Fríos los estériles peldaños,
infinito el aire sobre ellos.
Y las rodillas temblaron como alambres,
y el miedo rozó entonces su frente.
Las uñas acarariciaron levemente la posibilidad
de arañar la pared pero,
la mano permaneció inerte,
los pies apuntalados en lo seguro,
el miedo pulsado en la frente y;
la vida esperando en el último escalón.

20 noviembre, 2009

Nostalgia en blanco



Volveré cuando brote de las ramas,
la piel blanca que engendra
el fruto.

Seda que envuelve con delicada ternura
el pálpito cotidiano de este ser,
gastado de tanto invierno.

Volveré cuando la primavera despliegue sin heridas,
el revuelo de los pájaros,
el rumor de la brisa entre los cuerpos del almendro.

Volveré para vestirme
de la danza que tus pétalos
ensayan hasta la acrobacia.


Quisiera descansar de recuerdos y
mecer entre mis brazos,
la sombra que amé en los Arribes.

Quisiera volver y encontrarte,
nítida, hermosa.
Frágil como las horas que
nos confinaron a un adormecer,
bajo un tiempo sin oxigeno.

Siempre fuiste el aroma de mis noches.

He caminado tanto hasta encontrarte…

Mientras estos viejos pies hacen camino hasta el regreso,
mi corazón aguarda en la estación de Fregeneda.
Sobre la vía muerta, la evocación
que retorna, dócil, suave, etérea;
como la flor de un almendro indestructible.

30 octubre, 2009

Deflafración


Incendiados los días,
entumecidos los dedos, la nostalgia,
la mirada…
Queda el cansancio,
desaliento del alma
sin forma alguna de reposo.
Persiste un rodar de horas,
una pesadez sobre los parpados,
la quietud muerta del que ya no espera.
Una llamarada en carne que,
resplandece hasta la devastación.
Un cuerpo que camina con los huesos en ceniza.

11 octubre, 2009

Mariposas muertas




Se nubla el corazón mientras te beso. Y no quiero. No quiero otorgar al mundo su razón. No quiero delegar al tiempo tus huellas, mis huellas, esta historia que nunca tuvo nombre, ni digitales, ni dígitos, ni dueño.
No hay palabra que tú sientas. No hay acción que valores, ni sentencia que arraigue en mis manos. No hay más juicio que el tiempo que ha transcurrido contigo. Pero sobre todo sin ti. Toda una infinidad sin ti.
Aún te veo y quiebran vestigios los temblores en el pecho pero, cuando en el estomago se amontonan los nudos, no queda espacio para las mariposas de entonces. Ni tus dedos pueden ahora desatar este dolor. Ni toda esa magia que compartimos puede ahora con el peso de nuestra realidad deforme.
Se nubla el corazón mientras te beso. Quedan rígidos los músculos del pecho. Estático el cuerpo. Y llueve, cuánto llueve por dentro.
Se nublan los ojos. Respiro y, te digo adiós y te miro y me alejo.

20 agosto, 2009

Valor agnóstico


Aquí estoy,
escribo algo y lo destruyo por miedo a ser esclava
de lo que sugieran esas palabras al destino.
No pretendo despertar si estoy donde siempre,
enclavada a la misma herida.
Aquí estoy y sin embargo,
hace ya tiempo que me he ido.
El mismo que hace que te has ido tú.
Son siempre mis palabras una promesa.
El vapor de un final
que siempre vuelca y cae en el error
de creer, que la vida se mueve y gira
cuando lo que se ofrece es una verdad irrefutable.
Este mundo ya no cree y el amor
se muere en las novelas de Shakespeare.
He de dejar el aire aquí, aquí donde estoy.
Abandonarlo todo.
Y en el último aliento idear la manera
de no volver,
de no volver a hacerlo por ti.

27 junio, 2009

Eterna promesa


Si he de soñar con un nuevo temblor,
si he de escuchar las palabras que nunca dijeras.
Si he de entallar la imagen más nítida
a ciertas pulsaciones
que se ocultan bajo la ropa.
Si he de agonizar de nuevo,
reír de nuevo,
inventar de nuevo,
satisfacer de nuevo;
tocar, sentir, llorar.
Si he de añorar de nuevo.

Entonces,
esperaré que otra vida
me de tu boca al pronunciarme.
Aunque esa boca sea otra boca
y mi nombre ya no sea mi nombre.

Déjame dormir ahora sin sueño.
Te veré mañana,
lo prometo.

05 junio, 2009

Agonía


Hay un incremento de verdad en cada golpe

Un deterioro en el órgano que sueña

Un gris mortecino en la víscera que deja de creer

11 marzo, 2009

Tiempo de una vela


Se quedará en los labios
la llama que enciende la sed.
Se quedará en silencio
el aire inpregnado de tu sexo,
del rancio aroma
de un recuerdo
que se extinge
en la más absurda
oscuridad.
Amarillean tus ojos
en el minutero del reloj,
de un tiempo
sin espera.

10 febrero, 2009

Espacios del frío

Foto de mi amigo Manuel Holgado

Y esperar a que el tiempo todo lo cure.
Y el tiempo sólo pasa.



Espacios del frío son
la infinidad
de palabras que nunca te dije.
Son todas esas cosas que por miedo a perder,
perdí sin luchar.
Es el orgullo inscrito
en el desorden
de quererte a encubierto.
Espacios del frío son
fracciones de existencia, azuladas
de nostalgia.
Son lamentos de tinta, desgastados
sobre la tez de un espejismo.
Espacios del frío es un tropezar y tropezar
de frente, a cada momento,
con la imperfecta
soledad.

27 enero, 2009

Entremuros

(A Juan José Domínguez)
Anochece y la luz ya no amortigua el matiz de los gestos que penetran de tus manos al descuido.
Una racha de aire entra por la ventana y aunque no quisiera tener que descubrirme, el viento esta vez desenreda de nuevo el fracaso. Es la estrella de la noche. Y yo sin telón, sin andamiaje ni luces, soy el teatro, la gradería por donde mi tristeza circula sin mueca con sus pies de cemento. Ella que no tiene más que un paso; un aspaviento seco para cada evidencia.
Anochece y el cansancio gesta el anhelo pero se lleva las ganas, los ojos abiertos. No trae sueños. Así sin dormir, me recojo de nuevo entre figuras polvorientas.
Hace tanto que no escribo…
Decir adiós no es fácil y aún así la gente arrincona pronto vivencias y vivos.
Y yo me pregunto porque mi cabeza urdida en nostalgias no puede enredar en ese olvido como lo hace cualquiera, cualquiera; cualquier otro. Cualquier otro quisiera ser esta noche; cualquier otro que no cerrara los ojos y te viera.
Dicen que la vida es distinta para quienes observan a través de las cosas, para los que hunden sus dedos en la mirada del otro buscando recodos inexistentes.
Hay tanto vacío que llenar en el hueco de mi mano que a veces me asusta pensar que tengo otra.
Dicen que la vida es distinta por advertir más allá de donde marca un extremo; y yo hoy aseguro que tras ese extremo solo queda una soledad inhóspita y un murmullo al fondo. El rumor de un piélago que aturde por dentro.
Resuena el eco de una sirena en la distancia. Quisiera ver el mar para poder soltarme del mástil y seguir a nado un camino que siempre resulta húmedo y asfixiante pero no hay mar donde yo vivo y ese aullido distante no reclama mi nombre, no solicita mis brazos, mi aliento herido de tacto y carencia. Definitivamente no hay mar donde yo vivo.
Entre luces de nuevo. En este oscurecer me revelo distinto. El mismo silencio tras la puerta, la misma decepción en el interior, las mismas paredes sin color pastel; no hay dulzura en un muro. Pero sobre todo queda la sensación de que todo vuelve a empezar y yo me siento viejo para ausencias, lamentos y ese poco de escarcha que titubea en los ojos en estos casos. No obstante me niego a declarar por baldío el latido que subsistió de la última contienda.
Sé que te puedo olvidar, que ya he comenzado a hacerlo pero, se que aún te quiero, que te amo como si fuese una costumbre, como si ese temblor hubiese estado aquí, siempre. Sé que estoy olvidando a cada instante; respiro alfileres y exhalo tu nombre. Eso es bueno. Poco a poco serás un extraño y nuestra vida en la distancia, será extrañamente plácida. Pero mientras llega, anochece y la luz no amortigua el matiz que deja el dolor de los gestos que penetran de tus manos al descuido. Mientras llega, oigo un canto de sirenas que me ahoga en la punción yerma de un silencio plomizo y violento; que me estrangula con esta holgura insondable que es tu falta.

16 enero, 2009

Mitad del miedo

Oiré llegar de puntillas el olvido.
Aquí,
en pie,
en mitad del miedo
y con el alma en equilibrio.

15 enero, 2009

Plenitud

Foto de Victorino G.


Sólo una ventana que va a parar al mundo.
La voz y el insomnio,
la mirada y todo lo que ella recrea
sin conciencia, ni reposo.
Sólo una ventana me queda
y lo que mi palabra camine
para dar sentido al cuerpo
que se abre como un tragaluz,
que va a parar al mundo.

20 diciembre, 2008

Desafío al calendario

Foto de Victorino García


Se termina un año. Apenas quedan ocho días y unido al turrón y a los regalos, llega otro gasto innecesario que es en principio, echar la vista atrás y ver si la lista de promesas que uno se hace el 1 de enero se cumplió. Por mi parte diré como defensa, que más que promesas fueron deseos. A día de hoy puedo señalar que tengo más claro que es lo que no quiero, que las personas me siguen sorprendiendo, que, será que los años no pasan en balde pero me cansan muchas cosas que hace un tiempo hubiera dado por habituales. He comprendido que no puedo mover el mundo, el mío, cuando otros se quedan inertes. Empujar siempre ha sido de mala educación, aunque este año por poco pierdo los modales. Que sigo sin comprender ciertas actitudes. Que para vivir hay que tomar decisiones y que no se puede mantener una posición ambigua por mucho tiempo sin dañar a quienes te rodean y esperan. Que no se puede esperar eternamente porque, esa es otra posición ambigua. Que, cómo odio las ambigüedades. Mis deseos y mis promesas no se han cumplido pero eso no quiere decir que no valore lo bueno que ha llegado por sorpresa. Lo que aprendí, aunque de manera punzante, me hace seguir con el paso más firme. No soy más fuerte que hace un año, ni más lista, ni más perspicaz. Creo que eso llega con el cordón umbilical y la placenta. La genética manda y a mi me tocó tener el pelo oscuro, la piel blanca, las piernas largas y afrontar el día a día como lo haría un dummie. Comprender que tu felicidad está en manos de otros, cuesta. El que piense que uno mismo puede optar por serlo sin el conjunto de todo lo que le rodea es que se quiere escudar en un onanismo mental. Mi promesa para este año que llega, es no hacer ni una sola promesa. En no desear que otros me quieran más o menos; o en que tenga que cambiar en esto o aquello. El 2009 que viene casi ya, con las puertas abiertas, me demostrará que sigo viva porque lo que si me dio la genética, mi madre, la vecina, el que riega las calles, el panadero; Maku, Sara, Paqui, Joserra; David, Sergio, el guardia que pone las multas, tú; tú, y tú..., son unas ganas enormes de vivir y dar cuenta de ello, en otro papel en blanco. Os deseo un buen año, tenga lo que tenga que venir.

06 diciembre, 2008

Otoño en Benedetti

Desenamorarse es ver el cuerpo
como es y no
como la otra mirada lo inventaba
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo.
Mario Benedetti

Cuánto frío puede encerrar un mes de noviembre.
Como si la infinidad, se fuese apaciguando bajo las hojas muertas que envuelven todas las calles, como si este otoño que azota con su respiración, no dejara tiempo ni oxígeno para el preludio del largo invierno que se esconde bajo el abrigo. Si me aguardase una chimenea, un fuego con fondo azul entre resplandores rojizos, un aroma de encina en mitad de la penumbra; tal vez, un día quisiera regresar a casa. Si al llegar no necesitara la llave, no precisara de encender la luz al entrar, de tener que dar tres vueltas al pestillo para confinar aun más este destierro. Si mi alfombra la estrenaran tus pies descalzos, el sofá lo cubriera tu piel desnuda, y mi boca tu sonrisa leve, tal vez, un día quisiera regresar a casa.
Mientras, camino por la calle con el frío invadiendo cada esquina de mi cuerpo, frío que se adhiere a la carne, que introduce sus dedos y tira con fuerza hasta el escalofrío. Busco en el próximo bar, un espacio donde se amontonen las voces en las esquinas, donde en mitad del griterío no pueda percibir conversaciones, sólo el bullicio de esos que, aun tienen algo que contar. Pero no a mí, a mi no, a otros; otros que no son yo. No quiero atender, no quiero entender. No quiero escuchar. Bebo el trago y me interno de nuevo a la impavidez de otra noche. Oscura, abstracta, una más.
Cuánto frío puede encerrar un mes de noviembre. Cuánto esfuerzo diario invertido en atontar cada minuto que paso sin ti, como si la infinidad se fuese apaciguando bajo las hojas muertas que escribo y que se pudren esperando desaparecer, como si el invierno se hubiese instalado para siempre en la profundidad de todo lo que me entregaste sin más. Hay que tener valor para asentir que uno siente, y que siente miedo cuando ama. Yo callé. Ahora que ya no estás, que me despliego en un silencio que me abofetea a su vuelta, sé que no podré encontrar, aunque quisiera, el regreso a casa. Que será noviembre, este noviembre sin tiempo ni oxigeno, todo el año.